Dilema

Anoche dormí con el corazón apretado de ver tanto sufrimiento, fuimos a un funeral junto a mi esposa a sepultar un bebé recién nacido, la madre y el padre lloraban y no había nada que los consuele, no había ningún bálsamo útil para ese momento. La madre estaba a dos días de salir de cuarentena por Covid , porque se contagió en el hospital. Nos llegó un mensaje que decía: “La madre está en cuarentena, para que tomen sus resguardos”. Mientras esperábamos a que llegara la carroza la gente decía “no nos acercaremos a la madre” “que haremos”, otros decían “hay que tener resguardos recuerden la madre esta con Covid”. Mientras esperábamos había un frio que te calaba los huesos, un frio de mierda que nos hacía tiritar. Parecía que el frio de la tumba que estaba abierta emergía para llevarnos también junto a todos los demás muertos del cementerio. Entre toda esta espera, había una mujer que no se acercaba a nadie, ni dejaba que la tocaran, la conversación seguía, hasta que no pude dejar de hablar y les dije, cuando Jesús se acercó al leproso había una ley que lo prohibía, pero el no dijo al leproso aléjate de mí, más bien dijo quiero y lo tocó, tampoco obligo a los demás que lo tocaran, el nada más dio el ejemplo. Y eso fue precisamente lo que hice cuando llego esa madre desconsolada.

He pensado mucho estos últimos días sobre el dilema ético que se está produciendo, ha ocurrido desde siempre, en distintos campos y tiempos, solo que ahora veo que es más directo y cercano a nosotros, se pone a prueba nuestras convicciones y de que creemos realmente. Es verdad que hay circunstancias particulares y generales, la situación de ayer con respecto a la madre desconsolada era una situación particular, no quiere decir que si en esta situación me salté el protocolo andaré por la vida sin resguardos o sin cuidados. Hay momentos y momentos, pero no podemos estandarizar. Yo mismo era radical en muchas cosas hace un tiempo, repetía los mismos slogans, los mismos discursos, quizás sin reflexionar el daño que estaba causando, humildemente debo reconocer que hice mal. Ahora  estoy cambiando, ahora estoy reflexionado en mis acciones. Pienso…luego existo. Esto que hago es un principio fundamental o una doctrina dogmática o una tradición que he repetido durante años. ¿Privilegiare la vida o el amor? ¿La lealtad o el amor? ¿la obediencia o el amor? ¿la ley o el amor?¿lo justo o lo bueno? Estoy hablando de situaciones límites donde hay que decidir no de generalidades. Es sabio reconocer el tiempo y los momentos para cada cosa.

Hay una frase del apóstol Pablo que dijo “en el amor no hay ley”. Si doy todo lo que tengo para alimentar a otros o si entrego mi cuerpo para poder sentirme orgulloso, pero no tengo amor, no me sirve de nada. Han resonado bastante en mí estas palabras, frente a los distintos dilemas éticos y las exigencias protocolares de estos tiempos.

A medida que pasa el tiempo, día a día se va ampliando mí corazón y limpiando mi mente de tanto…tanto adoctrinamiento y manipulación ya sea que esta venga este desde el exterior o desde el interior, están cambiando poco a poco mis perspectivas, y se va ahondando mi comprensión de humanidad, de compasión y bondad. ¿pienso… será la edad? ¿serán las circunstancias en la que estamos, la historia que se dado en nuestro mundo? no lo sé… pero esto es lo que vivo y comprendo. Hace unos años leí el libro heterodoxia del querido escritor Ernesto Sábato, han pasado años y ahora comprendo algunas cosas de las que él decía. Pero la heterodoxia ahora está siendo parte de mí.