El sueño de weichafe (Sueño IV)
El sueño se repetía en forma holística. Vi las estrellas que me han guiado en pasados viajes: Sirius y Canupus. Escuché la novena sinfonía de Chopin, envolvente, dulce y delicada. Sentí el aroma de lavanda y despacio, muy despacio, escuché una voz, era una chinchilla y decia: «es hora de encontrar la verdad a todas tus metáforas… si has buscado en el intelecto, has buscado en vano y si has buscado en los ideales, has perdido el tiempo, pues el tiempo que han existido los hombres sobre la tierra ¿es realmente el tiempo que ha pasado y han vívido? El Hombre -continuó la chinchilla- como si fuera novedad decirlo en su más obstinado propósito respira sus propios intereses y, como siempre, serán las ovejas sacrificadas a modo de expiación, todo para que funcione esta maquinaria hostil, esta rueda cargada de miseria… de la que no podemos escapar. A menos que…a menos que abras los ojos. Y los abrí. ¡Yo, el Weichafe de los vientos, los abrí! Era solo un sueño cargado de desiertos y de nostalgia…